Acerca de mí

Mi foto
Escritor, investigador y humanista colombiano, con estudios en filosofía. Fomentador de los cánones clásicos de la poesía española e hispanoamericana, en un sano marco de patriotismo colombiano y latinoamericano.

domingo, 29 de octubre de 2023

DESCIFRANDO LA HISTORIA ENTRE PIEDRAS Y MUROS (artículo)

 

RESUMEN

Balcón de reminiscencia colonial adjunto a la Catedral Episcopal de Facatativá - Cundinamarca
Archivo fotográfico de Nabonazar Cogollo Ayala.

En el presente artículo se alterna el discurso de investigación, respaldado con fuentes primarias y secundarias, aplicando método científico historiográfico y etnolingüístico, (canal A); con la creación literaria sonetística, en torno a los ancestros muiscas, la legendaria expedición capitaneada por Gonzalo Jiménez de Quesada entre 1536 y 1537, remontando el río grande de la Magdalena en busca de su nacedero, la búsqueda de la sal, el significado de los topónimos del solar primigenio de Facatativá y la persecución y muerte del zipa Tisquesusa (canal B, enmarcado entre corchetes: []), en el enfoque metodológico de la IAP;  del sociólogo Orlando Fals Borda. (Fals Borda, 1986). Los sonetos de intencionalidad didascálica son creaciones ex professo para el presente texto. En el presente trabajo confluyen la investigación y la creación literaria, con el ánimo de aportar un humilde, pero significativo grano de arena a la Cátedra Facatativá.

 

Palabras clave:
muexca, muysccubun, Facatativá, Tocatativa, Chueca.

Abreviaturas:

AGN= Archivo General de la Nación.

CF= Cátedra Facatativá.

IAP= Investigación, acción, participación.

Ibid., ibidem= Tomado del mismo lugar.

PAF= Parque Arqueológico de Facatativá.

SIC= Del latín sic, así. Se emplea para denotar que lo citado es fiel copia.

 

 

DESCIFRANDO LA HISTORIA ENTRE PIEDRAS Y MUROS

Por: Nabonazar Cogollo Ayala

 

En la población de Facatativá, donde durmieron la primera noche,

El general (Simón Bolívar) se despidió de los acompañantes espontáneos

Y prosiguió el viaje con su séquito. (…)

El general había amanecido de mal humor en Facatativá, pero fue mejorando a medida

Que descendían de la planicie por un sendero de colinas ondulantes,

Y el clima se temperaba y la luz se hacía menos tersa.

(García Márquez, 1986)

 

El alma de un enamorado de la historia, la poesía clásica, la tradición y la cultura se emociona hasta las lágrimas en el centro urbano de Facatativá, donde la tradición viva de un pasado emerge entre las frías neblinas mañaneras para evocar la imagen del Libertador Simón Bolívar entrando a la plazuela local con su séquito de soldados acompañantes entre los años 1815 y 1830. O quizás para evocar un poco más atrás a los hombres del conquistador español don Gonzalo Jiménez de Quesada hacia 1538 quienes en feroz contienda contra los uwas (capitanes) defensores del zipa Tisquesusa, los iban persiguiendo para arrebatarles el secreto de la ubicación del fabuloso tesoro de El Dorado compuesto por objetos votivos de oro, plata y tumbaga que los muexcas ofrendaban a sus dioses ancestrales y que en los hispanos exacerbaba la codicia y el deseo de expropiación tan propios de la mentalidad occidental.

 

[LA CIUDAD ES COMO UN LIBRO

 

Por tus calles de añejas andaduras

Pasó un día la historia entre crespones…

De nubes que a patriotas batallones

Arropaban en sus cabalgaduras.

 

Desde el Zipa que mira en las alturas

Hasta Olalla que eleva sus pendones…

Al crear la Encomienda en los faldones

Del Manjui de prolíficas verduras.

 

Oh ciudad de pretéritas leyendas

Que has venido del tiempo en las calendas

A un mañana de luz que nos contagia…

 

En tus piedras y muros y conventos

Hablan claro los viejos monumentos

¡De un ayer salpicado de nostalgia!]

 

 

1.      EN BÚSCA DEL PAÍS DE LA SAL

El pueblo muexca o muisca, mal llamado después por los españoles chibchas o “moscas”, fue una gigantesca nación o parcialidad indígena la cual se asentó en buena parte de lo que hoy en día son los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santander, parte del Quindío, parte del Casanare y parte del Magdalena. Los vamos a denominar muiscas, aunque los muisca-descendientes se autodenominan muexcas y se ofenden cuando se los denomina chibchas porque -afirman ellos-, dicho nombre se trató de una deformación introducida involuntariamente por los españoles durante los primeros contactos entre ambas culturas hacia el ya lejano año de 1537.

 

La expedición de cuatro barcos veleros bergantines que venían recorriendo el río grande de la Magdalena era capitaneada por el soldado español de origen extremeño don Gonzalo Jiménez de Quesada, secundado por el oficial Juan Gallegos y por los capitanes Juan Albarracín y Gome del Corral. Corría el legendario año de 1536.

El objetivo principal de aquellos europeos era recorrer los territorios del interior del país y tomar posesión de las nuevas tierras descubiertas a nombre de las coronas unidas de Castilla y León, porque desde 1510 ya venían recorriendo las costas y hasta habían fundado una primera ciudad, Santa María la Antigua del Darién, en territorios que hoy en día forman parte del municipio chocoano de Unguía. Pero esa ciudadela fue incendiada una y otra vez por los feroces indios del Darién. Por ello los españoles optaron por crear nuevas fundaciones en sitios más seguros y menos conflictivos por parte de los lugareños. La expedición por el Magdalena fue terrible, el ataque de enfermedades tropicales completamente desconocidas por los europeos, además de los mosquitos y caimanes del río le dieron a esta expedición el toque de hazaña épica. La expedición se componía de dos partes, los que venían por barco y los que venían por tierra siguiendo las riberas del río, estos últimos se movilizaban en los desconocidos caballos a cuya sola vista los indígenas atemorizados huían porque nunca en su vida habían visto aquel extraño animal. Los soldados también traían perros de caza que azuzaban contra los asustados indios caribes quienes salían despavoridos ante la sola presencia de los canes. Pero lo que más miedo les daba a los indígenas eran los llamados “palos que vomitaban fuego”, es decir, los arcabuces que traían los españoles, cuyas detonaciones les parecían relámpagos acompañados con temblores de tierra. La tecnología del arma de fuego, el mosquete y la pólvora eran completamente nuevas para los indígenas americanos. (Rodriguez Freyle, 1985)

Pero los indígenas no perdían la oportunidad de atacar a los foráneos porque para ellos eran unos invasores, se trataba de los feroces indios caribes, quienes, sobreponiéndose a sus temores, les daban guerra a los recién llegados y les ponían trampas de pozo y les daban guazabaras entre otros artificios de guerra. Los atacaban con dardos emponzoñados que les arrojaban empleando las cerbatanas o bodoqueras, o también con lanzas arrojadizas de largo alcance y con flechas o venablos. Los soldados de infantería sufrieron grandes bajas, tan terribles fueron los estragos sufridos que Jiménez de Quesada tuvo que enfrentar un intento de amotinamiento de sus hombres quienes avanzaban a la ventura en un mundo desconocido donde a cada paso saltaban culebras mortales y sabandijas nunca antes vistas. ¡Además de que bajo las uñas un diminuto insecto americano, la nigua, venía atormentando a los desesperados españoles!  Estos querían poner fin a la aventura y regresarse a Santa Marta cuanto antes, pero el pulso firme de don Gonzalo lo evitó… ¡Tenemos que llegar al nacedero mismo de este río! ¡Con la venia de Dios y del apóstol Santiago! ¡Si nuestros antepasados, los caballeros cristianos pudieron derrotar a los moros bereberes en la batalla de las Navas de Tolosa, no habrá indio que nosotros no podamos derrotar! ¡Ea! ¡Santiago y cierra España! Les repetía con ardimiento, la orden la obedecían de mala gana… (Jiménez de Quesada, 1539 ca.).

De otra parte, las provisiones y alimentos ya escaseaban.  Y sucedió algo terrible, pero que a la vez fue providencial… ¡Se les acabó la sal! Este era el condimento natural con que se adobaba la carne, para, además de darle sabor, evitar que esta se pudriese. En aquellas condiciones tan duras y con los indios a lado y lado del Magdalena atacándolos todo el tiempo, era muy difícil que pudieran cazar para conseguir carne, por lo cual tuvieron que consumir algunos de los caballos de a bordo. Cuando la sal se les acabó, la poca carne que tenían se les dañó y obligadamente tuvieron que hacer parada en un puerto indígena donde curiosamente los indios lugareños los recibieron con hospitalidad y hasta comida les dieron. Ese puerto o ensenada fluvial supieron que los indios lo llamaban La Tora, lo que posteriormente llegó a ser Barrancabermeja, porque en aquel lugar las tierras son rojizas. ¡Aquellas tierras eran planas y de gran hermosura! Los hombres de Jiménez de Quesada cuando arribaron a La Tora, hambrientos y enfermos como venían, gritaron de alegría: ¡Tierra buena, tierra buena! ¡Tierra que pone fin a nuestra pena! (Castellanos, 1997)

 

Hubo en tiempos de la Real Audiencia de Santa Fe un sacerdote de origen español muy erudito llamado don Juan de Castellanos, quien había nacido en Alanís, Provincia de Sevilla, España, en 1522, y quien falleció en la ciudad de Tunja, Boyacá, el 27 de noviembre de 1607.  Era un hombre amante de la historia y él se dedicó a crear una obra gigantesca titulada Elegías de Varones Ilustres de Indias, la cual está considerada el poema más largo jamás escrito en lengua castellana. ¡Dicha obra tiene 113.609 versos! Le trabajó durante 40 años y parece ser que la dejó inconclusa, pero aun así es una obra ciertamente maravillosa, escrita en décimas reales al mejor estilo de un poema similar en la forma escrito unos años atrás por el también español don Alonso de Ercilla y Zúñiga. Hablo del poema La Araucana, obra fundamental para conocer en profundidad la historia de la conquista y colonia de Chile.  Elegías es por ello una fuente de consulta obligada para ir al pasado de nuestro país, por lo menos. Ahí hallamos datos muy valiosos que hasta aquí hemos consultado. Retomando el relato tenemos lo siguiente:  

 

Los indios los recibieron bien en La Tora, desde todas partes del poblado entre jóvenes y ancianos, vinieron a ver a esos hombres extraños, que venían vestidos con blanco plateado -tengamos en cuenta que los indios no conocían el hierro-; y que traían abundante vello en la cara -los indios eran lampiños- y las causaba curiosidad que los españoles tuvieran una barba abundante en los mentones y que trajeran armaduras de hierro y se protegieran la cabeza con cascos o yelmos ataviados con vistosas plumas de avestruz coloreadas. Los recién llegados se hicieron entender con lenguaje de señas.  Don Gonzalo Jiménez de Quesada vio entonces algo que llamó poderosamente su atención: unos gigantescos bloques o panes de sal solidificada que los indios de La Tora empleaban para sazonar sus alimentos. Preguntó de dónde conseguían aquella sal y los indios le respondieron que más allá de la cordillera -se trataba del ramal oriental de los Andes-, había un pueblo rico y culto con el que comerciaban y que ellos se la proveían. ¡Se trataba de los muiscas! Cuando don Gonzalo lo supo, gritó emocionado: ¡Sal! ¡A fe mía! ¡La sal es tanto o más valiosa que el oro mismo! Abandonemos ese endiablado río y avancemos hacia el rico país de la sal… Y de esa forma decidieron abandonar la búsqueda del nacimiento del río Magdalena, ahora para ir en busca del Imperio Muisca, porque ese era el país del apreciado condimento… ¡El país de la sal! (Jiménez de Quesada, 1539 ca.).

Se trataba de sal gema o sal de mina, de primera calidad. Los indios la llamaban en su lengua nygua. Y la extraían de minas varias en su territorio, como por ejemplo Zipaquirá y Somondoco, entre las principales. Por cierto, que la sal zipaquireña tiene fama de ser medicinal y la denominan sal vigua.  El nuevo rumbo que tomaron los expedicionarios, siguiendo ahora un riachuelo afluente del Magdalena, no fue menos terrible que la remonta del río grande mismo. Porque ahora tuvieron que enfrentarse de nuevo a la escasez de comida, hasta el punto que tuvieron que comer cueros secos cocinados en el único bergantín que cupo a bordo de aquel estrecho riachuelo. Tuvieron que volver a sacrificar algunos caballos para alimentarse de sus carnes también, algo que antes no habían querido hacer, pero que se vieron obligados a ello.

Gonzalo Jiménez de Quesada y su lugarteniente, Juan Gallegos, ordenaron que regresaran por el río hasta Santa Marta, que aquel único barco proseguiría solitario la expedición. Venían aproximadamente doscientos hombres con Jiménez de Quesada.  La expedición reducida ahora a un único barco prosiguió y al parecer llegó hasta el actual desierto de la tatacoa, al que Jiménez de Quesada llamó: “Valle de las tristezas”, por ser un territorio extremadamente árido, sin mayor provisión de agua y comida.  Don Gonzalo y sus hombres después de muchas penurias, llegaron al Imperio Muisca ingresando por lo que actualmente es Vélez (Santander)…

 

Esta noticia histórica nos la da un autor ya no español sino neogranadino, a quien ya antes hemos citado. Él había nacido en Santa Fe en 1566 en tiempos de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, y fallecido en la misma ciudad en 1642. Estoy hablando de Juan Rodríguez Freyle, el autor de una deliciosa crónica conocida posteriormente como: El Carnero, pero que él tituló así: Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada de las Indias Occidentales del mar océano y fundación de la ciudad de Santa Fe de Bogotá, primera de este reino donde se fundó la Real Audiencia y cancillería, siendo la cabeza se hizo arzobispado. Ignoramos por qué se la abrevió con el título El Carnero, quizás porque en la época se acostumbraba imprimir los libros y textos en pergamino, que eran pliegos de piel curtida y adelgazada de cabra o de ovejo, ello con el fin de asegurar que durasen varios años. Lo cierto es que dicha obra se publicó en Santa Fe de Bogotá hacia el año 1859, la cual según noticias de la época tuvo buena acogida. Ya eran tiempos de la república que no de la colonia. En dicha obra, capítulo II, nos da Juan Rodríguez Freyle el siguiente dato:

 

Díjome (un amigo mío, don Juan, cacique y señor de Guatavita, sobrino de aquel que hallaron los conquistadores en la silla al tiempo que conquistaron este reino), que los españoles entraron por Vélez al descubrimiento de este reino y su conquista, él estaba en el ayuno para la sucesión del señorío de su tío; porque entre ellos heredaban los sobrinos hijos de hermana, y se guarda esa costumbre hasta hoy día… (Rodriguez Freyle, 1985).

 

[EL PAÍS DE LA SAL

 

El país de la sal en lontananza

Avizora Jiménez de Quesada,

Quien apresta arcabuces con su espada

Y unos hombres que a ejército no alcanza.

 

Bajo el grito… ¡Santiago!  Con templanza

Los anima a la incógnita jornada…

Por un brazo del río en la ensenada

¡Donde boga el velero con confianza!

 

Sabandijas y niguas y caimanes

Son la diaria batalla en los desmanes

¡De esa tierra que ataca a los hispanos!

 

Cuando llegan la espléndida sabana

Los recibe y el sol de la mañana

¡Los conforta risueño entre rellanos!]

 

2.      ¿QUIÉNES FUERON LOS MUEXCAS, MUYSCAS O MOSCAS?

Los muiscas fueron un pueblo eminentemente pacífico cuyo origen se cree que pudo haber sido la América Central, de donde quizás habría venido en lentas oleadas de población sucesiva, pasando por el istmo de Panamá y la zona del Darién, remontando luego la cordillera occidental hasta llegar al altiplano cundiboyacense, en tiempos remotos. Esos poblamientos eran muy lentos y solían abarcar varias décadas y siglos. En la actualidad se sabe que algunas comunidades indígenas en Costa Rica hablan lengua muisca, lo cual apoya la tesis del origen centroamericano de los muiscas. El arqueólogo colombiano de ascendencia germánica, Carl Henrik Langebaek Rueda, en un reciente estudio titulado: Los muiscas: la historia milenaria de un pueblo chibcha, afirma lo siguiente:

Los muiscas, en efecto, hacen parte de una amplia variedad de grupos que comparten un parentesco lingüístico y genético en el norte de Sur América y en países como Panamá, Costa Rica y parte de Honduras. Esos grupos incluyen hablantes de por lo menos 24 lenguas relacionadas, buena parte de ellas extintas. (Langebaek, 2019).

 

Por lo que podemos afirmar que los muiscas fueron una macrofamilia lingüística hablante de una lengua del tronco chibcha, una de cuyas variantes dialectales se habló en el valle del río Botello en lo que actualmente es el Municipio de Facatativá.  El notable escritor, periodista e historiador neogranadino, José María Vergara y Vergara, nacido en Bogotá el 19 de marzo de 1831 y fallecido en la misma ciudad el 9 de marzo de 1872 escribió una obra documental valiosa titulada Historia de la Literatura en Nueva Granada, la cual publicó en 1867. En dicha obra nos referencia rápidamente la conquista del imperio muisca, así:

 

Ciento sesenta y seis hombres, hemos dicho, fueron los conquistadores del Imperio Muisca gobernado por dos príncipes, el zipa en Bogotá y el zaque en Tunja, que tenían a sueldo a miles de hombres y centenares de pueblos bajo su obediencia. ¡Cosa increíble a primera vista, si no se reflexionara en el poderoso auxiliar de aquellos aventureros -el arcabuz y el caballo-, combinados con el arrojo y dirigidos por la preeminente inteligencia del licenciado Quesada! (Vergara y Vergara, 1974).

 

Es de suponer que esos datos los estima Vergara y Vergara a partir de las crónicas de Juan de Castellanos y de un sacerdote franciscano también historiador de quien hasta ahora no hemos hablado, Fray Pedro Simón, quien nació en San Lorenzo de la Parrilla, España, en 1574 y fue fallecido en Ubaté, Nueva Granada en el año de 1630. Él escribió una obra monumental titulada Noticias Historiales, en seis tomos.  De dicha obra se tomarán unas citas en lo que viene, porque también es una mina de datos valiosos en lo referente a la historia neogranadina y aun, venezolana.

 

3.      PERSECUCIÓN Y MUERTE DEL ZIPA TISQUESUSA EN LOS PEÑOLES DE TOTACATIVA O FACATATIVÁ

En lo que actualmente se conoce como Parque Arqueológico de Facatativá y que anteriormente fuera denominado Parque Arqueológico las Piedras del Tunjo, es probable que hubiera existido en tiempos precolombinos el adoratorio solar cuyo nombre en lengua muysccubun habría sido Chueca, cuyo significado se explicará más adelante. Cuando la expedición capitaneada por Jiménez de Quesada llegó finalmente a la sabana de Bogotá (1537), se dio el choque entre ambos pueblos (hispanos versus muiscas), que tuvo el cariz, además, de ser el choque de dos mundos, dos universos y dos mentalidades. No nos detendremos aquí demasiado, amén de aquellos episodios relativos exclusivamente a Facatativá. Según datos aportados por el cronista español don Pedro de Aguado, Gonzalo Jiménez de Quesada habría fundado en la explanada de Tibsaquillo (Teusaquillo) a Santa Fe de Bogotá el 6 de agosto de 1538. Noticioso Jiménez de Quesada que los muiscas (a quienes los hispanos llamaban “moscas”), se habían pertrechado en unas altas peñas, cuevas y concavidades cerca de Santa Fe, se dirigieron hacia allá, tras la expectativa de ganarles mucho oro, plata, tumbaga y esmeraldas. (Aguado, 1906). Don Juan de Castellanos aporta esta noticia sobre el zipa Tisquesusa, en lenguaje prosificado: 

 

Tisquesusa: Cacique que reinaba en Bogotá (actualmente Funza) cuando llegaron los cristianos y cuyo nombre quiere decir, en la lengua de ellos, “Cosa noble puesta sobre frente”. Después de muerto Nemequene, quedó por sucesor en el Estado, su sobrino Tisquesusa, el cual, a la sazón era cacique de Chía, donde dicen que procede el rey de Bogotá y ansí (sic) primero que goce del primero señorío (sic), ha de ser el de Chía su principio. (Castellanos, 1997)

 

Hubo unos enfrentamientos cruentos entre los hombres de Gonzalo Jiménez de Quesada y los soldados del zipa Tisquesusa, quien, al parecer se habría refugiado en cuevas del cerco pétreo de Chueca, actualmente parte de Facatativá; protegido por sus guerreros. El capitán Alonso de Olalla, a quien posteriormente le fuera concedida la Encomienda de Facatativá por parte de Gonzalo Jiménez de Quesada, a juzgar por el cronista, se vio fuertemente malogrado durante un feroz enfrentamiento contra los indígenas muiscas o moscas, en la pugna por alcanzar una cima ubicada en el actual poblado de Susa (Cundinamarca). Los hombres de Gonzalo Jiménez de Quesada venían persiguiendo al zipa Tisquesusa quien se refugió en el cercado de Chueca, 1538. Dejemos que sea el propio cronista, fray Pedro Simón, en sus Noticias Historiales, vol. III, quien nos lo narre en su propia voz:

Partióse el general, sin dilatar la ocasión, a prima noche con la mayor parte de caballeros y peones, y caminando toda ella hasta pocas horas antes que se acabara, fueron a dar donde los llevaba el guía a los aposentos de campo y cercado del señor Tisquezuza (sic), que les hallaron cercados de innumerables indios. Los cuales, como se vieran sobresaltados, queriendo huir no acertaban por dónde, aunque luego comenzaron a tenderse, unos por aquellos campos y otros a arrojar tizones de las lumbres que tenían en sus riachuelos, otros daban desaforadas voces, sin que ninguno atinase a tomar armas. Y así, fueron desbaratados con las de los nuestros, ahuyentándose los más a las espesuras de los montes que no estaban lejos, donde había otros muchos indios que la habían tomado por sus moradas después que los nuestros entraron a sus tierras y casas.  Salió también de las suyas el miserable rey Bogotá huyendo de estas tempestades por un postigo de su cercado. Acompañándole algunos señores de los principales y muchos caballeros de su guarda que le fueron muy fieles. Y dando sin pensar con una escuadra de caballos y peones, y sin saber tampoco los nuestros que allí iba el rey, un peón ballestero llamado Domínguez disparó a bulto una zaeta (sic), y pasando por entre los demás indios, atravesó al desgraciado rey por las espaldas. El cual, sitiándose herido de muerte, avisó a los compañeros que, ayudándole como leales vasallos, le llevaron en volandas y metieron en un montecillo que estaba cerca, para que no quedase entre sus enemigos, donde rindió miserablemente la vida, bañándose en su sangre… (Simón, 1981)

 

De esta manera fue como el 15 de octubre de 1537 el ballestero de Jiménez de Quesada, Alonso Domínguez, impactó con un venablo en plena espalda al cacique Tisquesusa o Tisquezuza, en el cerco de Chueca, el último de los zipas de Muyquytá; quien fue auxiliado por sus lugartenientes y levantado para conducirlo a la espesura del monte donde al parecer falleció ahogado en su propia sangre. Triste final para el zipa.

 

[TISQUESUSA

¡Soy señor de Muyquytá, rey del zipazgo!

¡Mi cabeza la corona luz de luna!

Heredé de Nemequene en la laguna

El poder sobre cacique y cacicazgo.

 

Por el alto territorio donde yazgo

Me conducen capitanes en tribuna;

Adornada de esmeralda y flor montuna

¡Desde donde ejerzo el mando y mecenazgo!

 

Cuando vino el español la guerra a muerte

Decreté contra el tirano, mas la suerte

Quiso un día que muriera en el cercado.

 

Donde flota mi alma entera en la llanura

Y mi espíritu de gloria allí perdura

¡El Manjui mi gran secreto ha resguardado!]

 

4.      ETIMOLOGÍA DE LOS TOPÓNIMOS: CHUECA, TOCATATIVA Y FACATATIVÁ EN LENGUA MUYSCCUBUN

El historiador Roberto Velandia Rodríguez, oriundo del municipio cundinamarqués de Pandi, dio esta explicación: La palabra Facatativá significa en legua chibcha “cercado fuerte al final de la llanura”, y su grafía indígena se representa con los vocablos Faca-ta-thiva, Tocatativa, Faca-higatativa, que por deformación eufónica se deformaron en Facatativá. Primitivamente existió un pueblo indígena cerca al cerro de Majuy o Manjui, que los naturales llamaban Tocatativa, en el sitio conocido con el nombre de Pueblo Viejo, dice Rufino Gutiérrez en sus Monografías. Antiguamente también se llamaba Chueca.  La sede principal o fortaleza de los chibchas era el cercado de los Zipas, formado en torno a un grupo de gigantescas piedras que servían de morada y adoratorio, socavadas algunas por profundos túneles, desde cuya altura vigilaban la inmensa llanura. En esta base estratégica mantenían una fuerte guarnición para defender sus dominios de los belicosos panches. (Velandia Rodríguez, 1971)

 

Esta interpretación ha hecho carrera a nivel local y se cita frecuentemente como verdadera, aunque vale decir que no es la única y en aras de cientificidad siempre es recomendable consultar otras a la luz de recientes investigaciones. En el año 1979 el filólogo clásico español Yosu de Lezama y Urrutia quien para entonces se hallaba vinculado a la Universidad Santo Tomás de Aquino de Bogotá en calidad de profesor investigador, publicó una valiosa obra titulada: Apuntes de Lingüística Aborigen. En la página 150 de la precitada obra publicó la siguiente interpretación del topónimo Facatativá:

Facatativá (población de Cundinamarca) <va (fuera), ka (cercado), ta (labranza) tivá (amo, señor, capitán) = Señor del cercado fuera de la labranza. (Lezama y Urrutia, 1979).

 

Esta traducción-interpretación no riñe con la de Roberto Velandia antes más bien la complementa y aporta nuevos y valiosos elementos. Eso querría decir que al pie del cerro Majuy cuyo nombre posteriormente se fijó en Manjui, (quizás para diferenciarla del Majuy de Tenjo), hubo en épocas precolombinas un cercado defensivo -probablemente hecho de piedras u otros materiales menos duraderos-, la cual habría sido morada estacional del zipa de Bacatá, señor y gobernante máximo de las confederaciones del altiplano cundiboyacense. Porque sabemos que el Imperio Muisca tenía dos grandes cabezas visibles en cuanto a gobierno se refiere, el zipa, quien por lo general aposentaba en Bacatá, poblado que diera pie a lo que después se denominaría Funza, el actual municipio cundinamarqués. Y el zaque, cuya morada estaría fijada en inmediaciones de lo que hoy en día es Tunja, capital de Boyacá.

De otra parte, Langebaek hace unas consideraciones en torno a étimos o raíces de lengua muysccubun, relacionadas con -tiva / -tiba, presente en el topónimo Facatativá, así: Los documentos hablan de sijipcua o caciques, pero también de sybintiba y utatiba, capitán mayor y capitán menor respectivamente, aunque hay otras palabras que sugieren que existían también tybarague o capitanes de casa, que también se traduce como “capitán menor”, sin que exista certeza que se tratara de los mismos utatiba. Probablemente no; los utatibas serían capitanes de patios alrededor de los que se concentraban viviendas y en cada una de ellas la cabeza de familia habría sido un tybaraque. (Langebaek, 2019). -Tiva/ -tiba significaría entonces: patio, llanura, sembradío.

Según datos aportados por Velandia Rodríguez, anteriormente citados, en territorios de lo que actualmente es Facatativá habría existido, antes de la llegada de los españoles, un legendario poblado indígena al pie del cerro Manjui al que se denominó: Chueca y posteriormente Tocatativa. Chueca en lengua muysccubun se podría descomponer etimológicamente así: -Chue: seno (de mujer), teta. (González de Pérez, 1987); parónimo de Sua que significa sol.  Mientras que el sufijo -ca significa: cerca, cercado, valla o vallado. (González de Pérez, 1987), lo cual se confirma a su vez en la página web del grupo de investigación Muysc cubun, dirigido por Diego F. Gómez (Gómez, 2015); que también maneja otras fuentes documentales de la lengua muysccubun, además de la obra transcripta por Stella González de Pérez; todo lo cual es del máximo interés para el estudio de dicha lengua. Todo el vocablo Chueca podría significar entonces: Cercado (quizás de piedra), donde se levanta un promontorio en forma de seno. Es probable que Chueca pudiera haber sido el nombre indígena del emplazamiento megalítico de las Piedras del Tunjo, a donde quizás afluían desde distintos puntos de la sabana y del país muysca a realizar ofrendas y celebraciones religiosas. Algunos de esos gigantescos peñascos tienen esa forma, es decir, son sinumorfos. De otra parte, hay evidencias arqueológicas antiguas de que allí hubo también adoratorios solares que igualmente los hubo en la cima del alto del Manjui.

Mientras que el arqueo topónimo Tocatativa pudo haber sido el nombre primigenio del poblado indígena al pie del Manjui se podría interpretar así: -toca= presto, pronto. (Gómez, 2015). Con significado adverbial. Mientras que Stella González de Pérez transcribe que dicha raíz se solía emplear acompañada de verbos negativos (González de Pérez, 1987). Toca se podría interpretar como: El primer puesto o avanzada en la llanada al pie del cerro. El infijo -ta significa labranza, sembrado o sembradío. El Diccionario y Gramática Chibcha lo traduce así: Labranza: Ta. Haser (sic) labranza, ta bquysqua [o] itansuca [o] itagosqua. (González de Pérez, 1987). El sufijo -tyba denotaba significados diversos, veamos: (1) Amarillo, pardo, morado, marrón claro (http://muysca.cubun.org/tyba). (2) Interj. ¡Hola compañero! ¡Hola compadre! ¡Hola viejo! (Gómez, 2015).

Tocatativa bien podría significar lo siguiente: Primer puesto o avanzada en el sembradío (de papa de flor amarilla, también la hay de flor morada) del capitán. Por sentido traslaticio quizás: fortaleza o cercado mayor, (esto último es conjetural), aunque a nivel local se ha tomado también en este último sentido. El vocablo papa, atemperado en el muisca por vecindad geográfica y por intercambio comercial con los pueblos de los Andes sureños fue tomado en préstamo del quechua: papa. (Pazos Bastidas, 2012)

El cambio morfo-semántico de un topónimo al otro no fue inmediato. Se debe tener en cuenta que los procesos de cambio diacrónico en la lengua son relativamente lentos y pueden abarcar desde décadas hasta siglos. Velandia Rodríguez trae en su cita las dos variantes previas del topónimo Facatativá: vocablos Faca-ta-thiva, Tocatativa, Faca-higatativa. El prefijo fa-, da a entender Yosu de Lezama y Urrutia en su interpretación que sería una deformación posterior a partir de la raíz muysccubun -va que significa fuera, externo. Curiosamente en el Diccionario y Gramática Chibcha no figura va. De otra parte, el sitio web grupo de investigación Muysc cubun, arroja el significado: fa: adv.t. Hoy, en este día. Ahora. (Gómez, 2015). Prosiguiendo tenemos que el infijo -ka, -ca- denota: cerca, cercado valla o vallado, como ya anteriormente lo habíamos establecido (González de Pérez, 1987). El infijo -ta- denota labranza (ibíd.) y el sufijo -tyba, ya anteriormente lo analizamos, denota: amarillo, morado, pardo o marrón claro.  Un sentido apocopado es el que ha sugerido el historiador madrileño Miguel Aguilera cuando interpretó el significado de la raíz -tyba como capitán, o a la mano. Todo el topónimo Facatativá significaría entonces lo siguiente: Cercado o fortaleza en (medio del) sembrado del capitán o del capitán que está a la mano.

El Himno de Facatativá en su coro dice lo siguiente: /Avanzada al final del plantío/ Fortaleza y mansión señorial/… Fue un intento de su autor, Luis Eduardo Moreno Camacho, por explicitar en el texto hímnico lo que en ese momento se decía que significaba el topónimo Facatativá. Nadie tiene la última palabra sobre lo que ese vocablo significa, solamente hay interpretaciones y aproximaciones. No obstante, lo que el himno explicita es más próximo a Tocatativa que a Facatativá, según lo acabamos de interpretar. El himno reproduce la interpretación de Velandia Rodríguez, que, como decimos, hizo carrera local.

 

 

[CHUECA-TOTACATIVA-FACATATIVÁ

 

A los pies de la explanada las alturas

Del Manjui se deleitaban al mirarlo…

El poblado donde el Zipa al contemplarlo

¡Saludaba al dios del sol en andaduras!

 

Más allá donde las piedras con figuras

Y un mensaje que es deber interpretarlo…

La gran Chueca al alto Ser al saludarlo:

¡Invocaba para el pueblo sus venturas! 

 

Capitanes y guerreros con sus lanzas

Custodiaban al gran Zipa sin tardanza

¡Era el hijo del señor Chiminigagua!

 

Los sembrados le ofrecían su belleza,

El sitial Faca-ta-thiva es fortaleza;

¡Del dios-hombre que gobierna tierra y agua!]

 

 

CONCLUSIÓN

Hemos realizado un rápido recorrido bibliográfico documental entre los cronistas más reconocidos de la conquista española en la Nueva Granada, desde Lucas Fernández de Piedrahita, Juan de Castellanos, fray Pedro Simón y fray Pedro de Aguado, hasta Juan Rodríguez Freyle, quizás el de más reciente data entre los consultados; andando siempre tras las pesquisas históricas en torno a las precolombinas: Chueca, Tocatativa y Facatativá.  También se consultaron obras atribuidas al conquistador don Gonzalo Jiménez de Quesada, cotejadas con autores modernos y contemporáneos. El trabajo no pretende ser acabado, porque ciertamente el tema es una cantera inagotable, dadas además las estrecheces metodológicas propias del artículo de divulgación.  Hemos podido constatar la antigüedad fundacional de Facatativá, dado que hunde sus raíces en un poblado muisca prehispánico, lugar de visita ocasional del zipa de Muyquytá, quien en procesión solemne solía visitarlo en distintas épocas del año, a juzgar por las noticias aportadas por los cronistas. El zipa Tisquesusa habría sido ultimado hacia 1537 en territorios del cercado ceremonial de piedra correspondiente quizás a la pretérita Chueca. Consideramos que tanto el Archivo General de la Nación (AGN) como los petroglifos del Parque Arqueológico de Facatativá (PAF) tienen aún muchos secretos ocultos que es deber de las nuevas generaciones desentrañar. Mientras tanto, nos permitimos aportar unos modestos avances en materia etno-etimológica, lo mismo que en la explicitación de datos historiográficos aportados por los cronistas de Indias que aportan luces para la datación de Facatativá. Los sonetos (entre clásicos y alejandrinos) tienen objetivo didáctico entre las nuevas generaciones. De esta forma aportamos nuestro granito de arena a la Cátedra Facatativá (CF).

 

[GLIPTÓPOLIS

 

Megalitos con pinturas de otras eras

Que un mensaje en petroglifos encriptados…

Muestra al mundo con simbólicos grabados

Como un lienzo hecho de piedra y sementeras.

 

Los premuiscas con tinturas de maderas

Diseñaban sus geométricos trazados…

Desde triángulos y campos angulados

Hasta un sol helicoidal de luz primera.

 

Las parejas con su canto a las estrellas

Adoraban a los astros y centellas

¡Luz que ofrece una deidad en las alturas!

 

Vieja voz Faca-ta-tiva nos ofrece,

Concepción del universo que aquí crece

¡Como un himno de oraciones siempre puras!]

 

 

Bibliografía

Aguado, F. P. (1906). Recopilación Historial (Vol. V). (G. d. Colombia, Ed.) Bogotá, Cundinamarca, Colombia: Imprenta Nacional. Recuperado el 25 de junio de 2022

Castellanos, J. d. (1997). Elegías de Varones Ilustres de Indias (1° ed., Vol. 1). (G. R. Medrano, Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Capital, Colombia: Selene Impresores. Recuperado el 20 de Junio de 2022

Fals Borda, O. (1986). Historia doble de la costa (2° ed., Vol. 03). (C. V. Editores, Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Capital, Colombia: Lito Camargo Ltda. Recuperado el 25 de junio de 2022

Fernández de Piedrahita, L. (1881). Historia General de las Conquistas del Nuevo Reyno de Granada. (I. d. Rivas, Ed.) Bogotá, Bogotá Dstrito Capital, Colombia: Imprenta de Medardo Rivas. Recuperado el 25 de junio de 2022

García Márquez, G. (1986). El general en su laberinto. (L. O. Negra, Ed.) Bogotá, Bogotá, Distrito Capital, Colombia: La Oveja Negra. Recuperado el 26 de junio de 2022

Gómez, D. F. (Ed.). (6 de Junio de 2015). Grupo de Investigación Muysc cubun. (D. F. Gómez, Productor) Recuperado el 24 de Junio de 2022, de Grupo de Investigación Muysc cubun: http://muysca.cubun.org/Portada

González de Pérez, M. S. (1987). Diccionario y Gramática Chibcha (Vol. 1). (I. C. Cuervo, Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Capital, Colombia: Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo - Yerbabuena. Recuperado el 18 de junio de 2022

Jiménez de Quesada, G. (1539 ca.). Epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada (Vols. Boletín Cultural y Bibliográfico, 1979-03-15). (B. d. República, Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Capital, Colombia: Banco de la República, Boletin Cultural y Bibliográfico. Recuperado el 25 de junio de 2022

Langebaek, C. H. (2019). Los muiscas: la historia milenaria de un pueblo chibcha (Vol. 1). (P. R. S.A.S., Ed.) Bogotá, Bogotá, Distrito Capital, Colombia: Editora Géminis. Recuperado el 20 de junio de 2022

Lezama y Urrutia, Y. d. (1979). Apuntes de linguistica aborigen (1° ed., Vol. Único). (U. S. Aquino, Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Especial, Colombia: Universidad Santo Tomás de Aquino. Recuperado el 20 de Junio de 2022

Pazos Bastidas, A. (2012). Glosario de quechuismos colombianos. Ibagué, Tolima, Colombia: Caza de libros. Recuperado el 26 de junio de 2022

Rodriguez Freyle, J. (1985). El Carnero (1° ed., Vol. 1). (C. d. S.A., Ed.) Bogotá, Bogotá Distrito Especial, Colombia: Editorial Printer Colombiana Ltda. . Recuperado el 20 de Junio de 2022

Simón, f. P. (1981). Noticias Historiales (Vol. III). (B. Popular, Ed.) Bogotá, Bogotá, Distrito Capital, Colombia: Biblioteca Banco Popular. Recuperado el 26 de junio de 2022

Uribe, J. T. (2015). Cacicazgos muiscas, repartimientos coloniales y pueblos de indios. En V. autores, & U. E. Colombia (Ed.), Bacatá cultura viva (1° ed., Vol. Único, pág. 48). Bogotá, Cundinamarca, Colombia: Nomos Impresores. Recuperado el 18 de Junio de 2022

Velandia Rodríguez, R. (1971). Historia Geopolítica de Cundinamarca (1° ed., Vol. 1). (L. d. Cundinamarca, Ed.) Bogotá, Cundinamarca, Colombia: Imprenta Departamental Antonio Nariño. Recuperado el 20 de Junio de 2022

Vergara y Vergara, J. M. (1974). Historia de la Literatura en Nueva Granada (Vols. I (1538-1790)). (B. Popular, Ed.) Bogotá, Cundinamarca, Colombia: Talleres Gráficos Banco Popular. Recuperado el 20 de junio de 2022

 

ANEXO FOTOGRÁFICO


 

Fotografía antigua del Parque Simón Bolívar de Facatativá - Cundinamarca.
1921, aprox. Anónima.

Torre de la Catedral de Facatativá. En primer plano la bandera bicolor facatativeña.
Archivo fotográfico de Nabonazar Cogollo Ayala.

Vista lateral del Parque Santa Rita
Archivo Fotográfico de Nabonazar Cogollo Ayala.





 

 

 

lunes, 7 de agosto de 2023

REFLEXIONES SOBRE JOSÉ MARÍA VARGAS VILA Por: Nabonazar Cogollo Ayala (Ensayo)

 

REFLEXIONES SOBRE JOSÉ MARÍA VARGAS VILA

Por: Nabonazar Cogollo Ayala

(Ensayo)

 

En ciertas ocasiones se necesita un gran valor para decir la verdad, pero se necesita uno aún mayor para escribirla.

 

J.M. VARGASVILA Ars Verba (1921)

 

 

Las nuevas generaciones poco y nada saben sobre este polémico, criticado y vapuleado escritor colombiano de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. ¿Por qué razón? Porque la Iglesia Católica y los sectores más conservadores de nuestra sociedad se encargaron de arrojar sobre él y su obra el injusto manto del prejuicio, el rechazo y la negación más radical y absoluta. Como hasta 1991 la educación en colegios y escuelas colombianas, estuvo en manos del Clero, fue muy fácil para aquellos excluir el nombre de Vargas Vila de los manuales de historia de la literatura colombiana. ¿Por qué razón lo hicieron así? Porque Vargas Vila desarrolló en su obra un pensamiento radicalmente anticlerical, ateo, con tendencias misóginas (de odio a las mujeres) y agresivamente anticonservador y de paso antinorteamericano, que escandalizó a más de uno y le valió ser expulsado de Colombia, Venezuela y Estados Unidos, sucesivamente. ¿Quién fue José María Vargas Vila? Lo veremos a grosso modo porque el espacio no permite mayores extensiones y escribir sobre Vargas Vila y su obra exige un tratamiento más amplio y profundo, dada la enmarañada complejidad del autor.

José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla nació en la ciudad de Bogotá, el 23 de junio de 1860, cuando nuestro país se llamaba Confederación Granadina1. Y Falleció en Barcelona, España, Provincia de Cataluña, el 23 de mayo de 1933, a la edad de 73 años2, admirado y aclamado por varios países latinoamericanos (Argentina, México y Chile entre otros) y odiado y despreciado visceralmente por los sectores derechistas de su propio país. Fueron sus padres el general José María Vargas Vila y doña Elvira Bonilla


1 Cf. ESCOBAR URIBE, Arturo. El divino Vargas Vila: Ensayo biográfico. Ed. Gráfica Venus. Bogotá (Colombia), 1968. Vol. I. Pág. 12 y ss.

2 Los datos de estas fechas, aportados en la Wikipedia, son erróneos. Me he apoyado en su más juicioso biógrafo. Arturo Escobar Uribe, quien reproduce el acta de bautismo y el testamento del biografiado, en la obra antes citada.


Matiz. A los 4 años de edad el pequeño José María perdió a su padre y quedó al cargo de su progenitora, lo que lo convirtió en un niño callado y retraído, a lo cual se sumaba el hecho de ser debilucho, enclenque y enfermizo. ¿Cuál pudo ser la razón de su retraimiento? Según refieren algunos biógrafos, doña Elvira Bonilla se entretenía vistiendo al chico cada tarde, al llegar este de la escuela, con ropas femeninas y luego hacía que lo vieran sus compañeros de clase3, para risa y deleite de aquella. ¡Qué tipo de patología psicológica tendría esta señora para que hiciera tal cosa con el cuarto de sus cinco hijos! Una vez muerto el padre ¿De qué vivían la madre y los cinco hijos del matrimonio? De una modesta pensión militar de viudez que escasamente si alcanzaba para socorrer la comida y el alquiler de la vieja casona en el barrio La Candelaria, de Bogotá. Su niñez y adolescencia fueron de privaciones y necesidades. Bueno, no más biografía. Hablemos un poco ahora de aquello que más irritó a sus muchos enemigos… ¡Su forma de escribir y su pensamiento, escandaloso para muchos!   Fundamentalmente fue un novelista, aunque sus detractores dicen que más bien fue un panfletista o un libelista… Es decir, un escritor de textos sensacionalistas e inmorales, sin mayor valor ni de forma ni de contenido. El libro que le valió ser excomulgado fulminantemente por la Iglesia Católica fue su controvertida novela Ibis, publicada en Roma (Italia) en 1901. ¿Qué es una ibis? Es un ave zancuda de los pantanos. Veamos unas breves citas ilustrativas tomadas de dicha obra.

ALGUNAS DE SUS IDEAS SOBRE LAS MUJERES

En una mujer el pasado es triste o necio; el porvenir olvido y muerte. ¿Para qué evocarlos? ¿Qué hacen esos fantasmas al pie del lecho en que se viola el presente?

No los evoques. Goza tu placer.

La vida es corta y el placer es raro. ¡Apresúrate a los goces de la vida!

Seduce a esa mujer: viola su cuerpo, no su historia.

Aspira el perfume del lirio ¿Qué te importa el fango en que naciera?4

 

¿A qué se debía el radical desprecio de Vargas Vila hacia las mujeres? Es probable que la primera razón radicara en los malos tratos a que lo sometió su propia madre en su niñez. Continuemos.

 


3 Cf. GUTIÉRREZ, Francisco. José María Vargas Vila: entre el fango y las violetas. En: Vida y obra de colombianos célebres. Ed. Forja. Bogotá (Colombia), 1985. Pág. 100

4 VARGAS VILA, José María. Ibis. Ed. Bouret. Paris (Francia), 1947. Pág. 229


EN LA MISMA OBRA RECOMIENDA EL ASESINATO DE LA MUJER AMADA Y EN SU DEFECTO, EL SUICIDIO, VEAMOS

¿Qué hay entre el porvenir y tú? Esa mujer: suprímela.

¿Qué hay entre la ventura y tú? Esa mujer: elimínala.

Eres un ciego y ella es tu nube: arráncala.

Mátala, mátala. Ese es tu deber.

Acosa la víbora. Mata el crótalo ponzoñoso.

Mátala.

Y, si toda la dignidad ha muerto en ti, si nada queda del hombre, si tu alma es un desierto, si eres un infame y no tienes valor para matarte, entonces: Mátate.

Mátala o mátate: He ahí el dilema5.

 

¿Por qué despreciaba Vargas Vila el amor? Probablemente porque su figura debilucha y poco agraciada no le permitiera conocer el amor en sus años mozos. Alguna vez siendo muy joven fue objeto de una cruel burla por parte de cierta bella dama de la sociedad ibaguereña, quien lo hizo quedar en ridículo dándole bofetadas en público durante una fiesta, por toda respuesta ante su apasionada declaración de amor6. Otros autores refieren que la joven le dio a entender burlonamente el ofensivo apodo con el que los compañeros de estudio de Vargas Vila lo llamaban, a saber “el zancudo”. El caso fue que el joven José María huyó entonces avergonzado hacia la capital y abandonó su puesto de profesor particular en Ibagué. ¿Esto acaso ameritaba tal comportamiento? En 1880 sí, la sociedad colombiana de la época era mojigata, acartonada y reaccionariamente clerical. El futuro escritor jamás olvidaría este cruel desplante y ello se tradujo en un odio visceral hacia las mujeres que lo acompañaría por el resto de la vida.

 

La lectura de la novela Ibis fue radicalmente prohibida, junto con otros libros de Vargas Vila en Colombia y otros países de América, porque dio como resultado varios suicidios pasionales. En Ciudad de Panamá (cuando esta aún era parte de Colombia), dos agentes de policía aparecieron muertos por suicidio. En una nota explicativa decían que si querían saber las razones de nuestro suicidio, búsquense en la página 229 de Ibis, de Vargas Vila7.

 

 


5 Ibídem

6 Cf. GUTIÉRREZ. Pág. 103

7 Cf. ESCOBAR URIBE. Pág. 279


En su novela La ubre de la loba, enfila baterías verbales contra la Iglesia Católica a la cual sindica de ser una entidad embustera, fanática y alienadora del libre pensamiento. Veamos unas breves citas.

Eran monjas catequistas dadas a la enseñanza,

Mezclando el fanatismo más absurdo, a una pedagogía rudimentaria y bárbara;

Eran, unos de los mil tentáculos, que Roma tiende sobre las ciudades y los campos de América, para apoderarse de las almas y aumentar sus inmensos rebaños de creyentes;

Enviadas para catequizar salvajes en las montañas, ellas se quedan siempre en las ciudades, salvajizando niños con la lenta infiltración del virus religioso. 8

 

Este rabioso anticlericalismo le valió ser proscrito para siempre de las aulas y los manuales de historia y la literatura tanto en Colombia como en otras naciones del continente americano. Pero el libro que le valió ser expulsado de los Estados Unidos en el año 1903, fue el titulado Ante los bárbaros: Los Estados Unidos y la guerra. El yanqui: he ahí el enemigo, el cual publicó por entregas semanales, en una revista que él había fundado en Nueva York, llamada Némesis. En dicha obra fustigaba violentamente al gobierno de Teodoro Roosevelt por su política imperialista en América Latina y por haberse adueñado del canal de Panamá, instigando para ello el desmembramiento del mapa de Colombia, el mismo año de 1903. Pero se hace preciso introducir antes de la cita, unas rápidas explicaciones del contexto histórico de la época, para que se entienda de qué hablaba Vargas Vila y contra qué reaccionaba. El gobierno de Teodoro Roosevelt en los Estados Unidos, de 1901 a 1909, se caracterizó por una agresiva política exterior hacia la América Latina, traducida en invasiones, intervencionismo, robo y pillaje, abiertos y descarados, la verdad sea dicha. Los historiadores han dado en llamarla “la política del gran garrote” (Big stick policy), la cual se había iniciado en EEUU con el presidente Mac Kinley, quien en 1898 se apoderó de las islas Hawái en el océano Pacífico. La armada norteamericana hizo intervenciones militares en Colombia (1865) “defendiendo los intereses de ciudadanos de los EEUU en el área”, porque EEUU ambicionaba crear el canal interoceánico y adueñarse de él, lo que finalmente logró. Lo que resulta inconcebible es que el propio presidente colombiano de la época, el escritor y poeta José Manuel Marroquín solicitó de

 


8 VARGAS VILA, José María. La ubre de la loba. Ed. Medina Henos. S.A. México, 1970. Pág. 31


Washington la intervención armada en el istmo, con nefastos resultados a la larga9. Los yanquis intervinieron también en República Dominicana de 1916 a 1924 de cuyo gobierno se apoderó, con las siguientes razones: “El propósito de los Estados Unidos al instalar su administración provisional, fue liberar al país de sus deudas, establecer la hacienda sobre una base duradera, difundir la educación, mejorar las comunicaciones y contribuir al progreso económico del país10”. Intervino en la isla de Cuba de 1906 a 1909, porque el gobierno de la Casa Blanca ambicionaba que Cuba fuera parte de la unión americana, lo cual no pudo lograr. EEUU había derrotado estrepitosamente a España en la guerra hispano-americana de 1898, por lo cual le arrebató las Filipinas en Asia y la isla de Puerto Rico en América, logrando gracias a la polémica Enmienda Platt (en la constitución cubana), el derecho discrecional de intervenir en Cuba cuando a bien lo tuviera. EEUU intervino militarmente también en Haití, de 1915 a 1934, llegando a apoderarse de las aduanas de la empobrecida nación caribeña afrodescendiente, con la excusa de la deuda externa. Eso sin mencionar que también apoyó procesos intervencionistas en Nicaragua, México y Honduras liderados por el filibustero norteamericano William Walker, etc.

 

Era apenas obvio entonces que el resentimiento de las débiles y empobrecidas naciones latinoamericanas surgiera con toda su rabia e impotencia, ante el odioso invasor yanqui.

¿Cómo justificaba el gobierno de la Casa Blanca todas estas censurables intromisiones? Con un exabrupto del pensamiento humano que hoy por hoy avergüenza a los historiadores norteamericanos el tener que reseñarlo: La doctrina del destino manifiesto (Manifest Destiny). Según esta teoría EEUU tendría el derecho inapelable de expandirse allende sus propias fronteras, porque la Divina Providencia así se los habría señalado como destino irrecusable, a la luz del Evangelio. El periodista norteamericano John O´Sullivan lo enunciaba explícitamente así en 1845:

El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra


9 Cf. Cnel. PLAZAS OLARTE, Guillermo. La separación de Panamá desde el punto de vista militar. Ed. ABC. Bogotá (Colombia), 1987. Págs. 64 y 65

10 PATTEE, Ricardo. La República Dominicana. Ed. Cultura Hispánica. Madrid (España), 1967. Pág. 180


necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino…11

¿Cómo reaccionó entonces Vargas Vila, quien se sentía legítimo portavoz y defensor de la América Latina? Con la obra Ante los Bárbaros: Los Estados Unidos y la guerra. El yanqui: he ahí el enemigo. Una violenta diatriba que denunciaba estos hechos y tropelías, con las que se cambiaba sensiblemente el mapa geopolítico en el mar Caribe y en el océano Pacífico, a favor del gobierno de Washington. Miremos unos breves apartes:

DENUNCIA EL SILENCIO CÓMPLICE DE EUROPA ANTE EL PILLAJE NORTEAMERICANO EN AMÉRICA LATINA

¿Quién dirá a la Europa en fuego, los dolores y la agonía de la América latina, asaltada y violada por un tropel de bárbaros no menos codiciosos, ni menos crueles, que aquellos, que a la voz implacable del Destino, salieron de los silencios de la Selva Negra, con el designio de pillar y degollar el mundo?

¿Quién contará a la civilización Latina, amenazada de morir en Europa, el calvario de la Raza Latina, pronta a desaparecer en América?

También allí la Odisea de la barbarie, avanza amenazadoramente…12

 

DENUNCIA     LA     INTERVENCIÓN      DE     EEUU    EN     CADA     NACIÓN     LATINOAMERICANA      Y     LA PSEUDOJUSTIFICACIÓN DE LA DOCTRINA DEL DESTINO MANIFIESTO

 

Ante la llamada teoría imperialista,

Que no es otra cosa que la doctrina del pillaje, del robo y la conquista;

Ante el Walkerismo oficial, o sea el filibusterismo yanqui, proclamado y, aplicado al Asia y, a la América, en presencia del mundo sometido;

Ante esa ola de fuego y sangre, arrojada sobre los filipinos, para ahogar su derecho a tener patria, su sagrada aspiración a ser libres;

Ante la conquista simulada de Cuba, ante esta anexión solapada y cobarde; Ante el robo de Panamá, piratería insolente y falaz;

Ante la ocupación de Santo Domingo, página de rapacidad sin precedentes;

Ante la actitud de los papeles periódicos yanquis, tan despectivos, tan ignorantes, tan agresivos para nosotros

(…)

Ante las hordas del norte que se aprestan a avanzar sobre nosotros, demos el grito de: ¡Alerta!13

 

 

 


11 O´SULLIVAN, John. Diego. Artículo de prensa publicado en la revista: Democratic Review. New York (USA), 1845

12 VARGAS VILA, José María. Ante los bárbaros: Los Estados Unidos y la guerra. El yanqui: he ahí el enemigo.

Ed. La Oveja Negra. Bogotá (Colombia), 1985. Pág. 12

13 Op. Cit. Págs. 31 y 32


Las contra reacciones no se hicieron esperar y en Nueva York un grupo de ciudadanos norteamericanos declararon a Vargas Vila “persona no grata” en 190314. Vargas Vila abandonó EEUU y viajó entonces a Paris desde donde continuó publicando la revista Némesis. En el año 1917 publicó en Barcelona (España) el libro Ante los bárbaros…, en versión completa, con aditamentos y algunas correcciones. Y mientras tanto… ¿Cuál era la reacción del público lector en América Latina? Vargas Vila era aclamado hasta el delirio en España, Colombia, Argentina, México, Cuba, Chile y Venezuela entre otras naciones. Sus libros a pesar de estar prohibidos en varios de estos países, circulaban y se vendían entre la gente del común como pan caliente. Su autor llegó a amasar una considerable fortuna por cuenta de las regalías literarias de sus múltiples libros y artículos de prensa. ¿Y qué se decía en Colombia de él? En términos generales que era un resentido, un ateo impenitente y un escritor de cuarta o quinta categoría, más panfletario y libelista que verdaderamente escritor. Miremos unos cuantos ejemplos al respecto. El padre Jesús María Ruano –reconocida autoridad de las letras y la literatura en la Colombia de la primera mitad del siglo XX-, no solamente lo excluyó de su Resumen Histórico crítico de la Literatura Colombiana, publicado en Bogotá por primera vez en 1924. No solo lo excluyó, sino que además lo insultó llamándolo apátrida, parvihombre e infrahombre…15. En su afamado libro Lecciones de literatura preceptiva, publicado en Bogotá en 1942, se refiere a Vargas Vila solo de pasada, para incluirlo en el grupo de los escritores ultrarrealistas o naturalistas, junto a europeos como Emile Zolá, Honorato de Balzac, Gustave Flaubert y Guy de Maupassant, entre otros. Dice el padre Ruano…

 

Basta lo dicho para que los que comienzan la carrera de las letras abominen para siempre de escuela tan inmoral y antiestética, y crean rebajar su dignidad humana leyendo libros como los de Zolá… (…) y por supuesto del antipatriota Vargas Vila… vienen a reducirse al materialismo, por más que en teoría no lo admitan sus autores. 16

 


14 Cf. DEAS, Malcom. Vargas Vila: Sufragio Selección Epitafio. Eds. Banco Popular. Bogotá (Colombia), 1984. Pág. 14

15 Cf. ESCOBAR. Pág. 26

16 RUANO, José María (Pbro.). Lecciones de literatura preceptiva. Ed. Librería Voluntad S.S. Bogotá (Colombia), 1942. Pág. 61


Para fortuna del padre Ruano, esto lo dijo cuando ya Vargas Vila había muerto, porque de otra forma una demoledora respuesta no se hubiera hecho esperar. El también sacerdote jesuita, José A. Padre Núñez Segura, lo excluyó igualmente de su obra Literatura colombiana: sinopsis y comentarios de autores representativos, publicada en Bogotá en 1956. Se le niega su importancia también en el ámbito político colombiano. Por ejemplo, en su Antología del pensamiento político colombiano, publicada en dos volúmenes en Bogotá en 1970, el autor colombiano Jaime Jaramillo Uribe lo excluyó como si jamás hubiera existido. (!) Estos son solo unos cuantos ejemplos.

CENTENARIO DEL NATALICIO DE VARGAS VILA Y LEY DE HONORES

Llegó el año 1966 y a pesar del férreo cerco de silencio generalizado que se había levantado alrededor de Vargas Vila, su vida, pensamiento y obra; en el Congreso de la República se aprobó una Ley de honores a la memoria de Vargas Vila: Ley 59 del 5 de noviembre de 1966. Cuyos artículos iniciales decían lo siguiente: Art. 1° El Congreso de Colombia, a nombre de la nación, rinde testimonio de admiración al notable escritor y paladín de las libertades públicas JOSÉ MARÍA VARGAS VILA. Art. 2° El Ministerio de Relaciones Exteriores hará las gestiones conducentes para la repatriación de los restos de José María Vargas Vila, los cuales reposan en la ciudad de Barcelona, en España (…)17”.

¿Fueron repatriados los restos de José María Vargas Vila a su natal Bogotá? Sí señor, pero se necesitó que pasaran 15 años desde la expedición de la Ley de Honores y 150 años desde el nacimiento del escritor. Tampoco los repatrió el gobierno de Colombia, sino el personal interés y admiración del poeta antioqueño Jorge Valencia Jaramillo, quien sufragó motu proprio todos los gastos. El 24 de mayo de 1981 llegaron a Bogotá los restos provenientes del cementerio barcelonés de Las Corts, los cuales fueron inhumados en el Cementerio Central, en el Panteón Masónico, porque dicha comunidad aseguró que el poeta y escritor era masón18.

CONCLUSIONES:

 


17 Cf. ESCOBAR. Pág. 330

18 Cf. VALENCIA JARAMILLO, Jorge. Vargas Vila no descansa en paz. Artículo publicado en: EL ESPECTADOR, 24 de julio de 2010. Sección Cultura.


Vargas Vila fue un rebelde consumado, que usó el prodigioso arsenal de su pluma literaria para atacar de manera despiadada a todo aquel que encarnó, en el momento histórico que le tocó vivir, la tiranía, la usurpación, la invasión el robo, la violación y el saqueo. Atacó con saña todo lo que significó la antítesis del liberalismo radical que él profesó como obsesivo ideal político. La emprendió sin tasa ni medida contra el presidente Rafael Núñez (el autor de la letra de nuestro Himno Nacional, 1887), de quien se refirió así… “(El Partido Nacional o Regenerador) tiene su personificación siniestra en un solo hombre: Rafael Núñez. (…) Como inteligencia, tiene pocos rivales, como perverso no tiene ninguno. La mitología cristiana no ha creado más que una figura semejante a él: Luzbel”19. La emprendió sin tasa ni medida igualmente contra la Iglesia Católica, contra Teodoro Roosevelt y EEUU y su odiada política del Gran Garrote, contra el Partido Conservador Colombiano, en fin. Contra todo lo que a su juicio encarnara limitación de las libertades, dogmatismo, imposición, sometimiento o exigencia de dominación o vasallaje.

 

Se convirtió quizás por ello, en el autor preferido de las multitudes, que lo aclamaban y compraban, – a escondidas de las autoridades- , sus novelas, editadas muchas veces en versiones populares callejeras. Muchos estudiantes y escolares fueron sorprendidos por sus maestros clérigos, leyendo las novelas prohibidas de Vargas Vila, por lo cual fueron fuertemente reprendidos y posteriormente expulsados de sus colegios, casi sin fórmula de juicio… ¡Leerlo era un sacrilegio! Vargas Vila abusó muchas veces de los adjetivos y algunos sustantivos los escribía en mayúsculas, para darle fuerza a su pensamiento y expresión; otras frases contundentes las ponía en negrilla. ¡No creía en las leyes de la gramática! La mayor parte de sus novelas son autobiográficas y alterna en ellas el yo de la primera persona con las personas gramaticales de sus personajes literarios.

 

¿Qué tanto escribió? No se sabe aún con certeza. Se estima que fueron más de 100 volúmenes, entre los que se cuentan: Pasionarias: álbum para mi madre muerta (1887),


19 VARGAS VILA, José María. De la historia (1886). Publicado en: DEAS, Malcom. Op. Cit. Pág. 53


Aura o las violetas (1887), Emma (1888), Los providenciales, Ante los bárbaros, (1902) Lo irreparable (1889), Flor de fango (1895), Ibis (1901), Copos de espuma (1902), Los divinos y los humanos (1904), Laureles rojos (1904), Los césares de la decadencia (1907), El camino del triunfo (1909), En las zarzas del Horeb (1913), La muerte del cóndor (1914), Verbo de admonición y de combate (1914), Los discípulos de Emaüs (1917), Rubén Darío (1917), Némesis (1923, La cuestión religiosa en México (1926), Los soviets (1926), El joyel mirobolante (1937), José Martí: apóstol libertador (1938), etc.

 

Las Obras Completas de Vargas Vila, en las que se incluyan sus numerosos artículos de prensa y revistas, sus novelas y cartas personales, aún no se han editado, es más, creo que ni siquiera se ha compilado del todo, aunque en Argentina y España se han hecho intentos, al menos abarcadores de sus más reconocidas obras literarias. En vida su editor español, el barcelonés Ramón Sopena intentó una primera compilación de sus Obras Completas, pero se ignora en qué lugar del mundo reposan actualmente y si fueron editadas o no. ¿En México? ¿En Cuba? No se sabe. En su testamento, dictado en Barcelona el día 5 de febrero de 1930, nombró “albaceas testamentarios” al escritor cubano Ramón Palacio Viso y a su abogado, don Claudio García G. Carballar, para que se hicieran cargo de sus bienes materiales. Y en el mismo documento declaró heredero universal suyo al referido Palacio Viso20.

 

Ciertamente las Obras Completas de Vargas Vila no están en Colombia porque fue su voluntad testamentaria que sus obras no fueran conservadas en su patria natal. Aunque se ha especulado que probablemente sí y que habrían sido traídas por algún cubano, probable descendiente de Ramón Palacio Viso, pero estas no son más que especulaciones en torno a la figura ya legendaria de Vargas Vila. Actualmente hay en Bogotá un colegio distrital que lleva su nombre, en la localidad de Ciudad Bolívar.

¿Cómo fue inhumado el vilipendiado escritor bogotano? Pidió ser enterrado en la pura tierra de la cual un día vino, desnudo, solamente protegido por un féretro de pino y que


20 Cf. ESCOBAR. Págs. 327 y 328.


pusieran sobre su corazón, el retrato de la madre y entre las manos una pluma. Pidió que encima de su tumba, por todo epitafio solo escribieran VARGAS VILA. Así fue enterrado en Barcelona en 1933 y así mismo volvió a serlo, en Bogotá en 1981, según lo atestigua el poeta Jorge Valencia Jaramillo.

 

Y así llegamos al final de este periplo en el que se intentaba responder una pregunta:

¿Quién fue José María Vargas Vila? ¿Se respondió adecuadamente tal interrogante metodológico? El amable lector lo juzgará. Este ensayo divulgativo no pretende agotar un tema tan amplio como complejo y antes bien es solo una invitación a las futuras generaciones para asumir el tema y completar en él lo incompleto e irresuelto que pueda haber, que ciertamente es mucho.

nacoayala@gmail.com Madrid (Cundinamarca), enero 20 de 2013


Bibliografía

 

 

Cnel. PLAZAS OLARTE, Guillermo. La separación de Panamá desde el punto de vista militar. Ed. ABC. Bogotá (Colombia), 1987

DEAS, Malcom. Vargas Vila: Sufragio – Selección – Epitafio. Eds. Banco Popular. Bogotá (Colombia), 1984 ESCOBAR URIBE, Arturo. El divino Vargas Vila: Ensayo biográfico. Ed. Gráfica Venus. Bogotá (Colombia), 1968. Vol. I

GAVIRIA, Nicolás. Historia de la Cultura: Edad moderna y contemporánea. Ed. Bedout S.A. Medellín (Colombia), 1973. Vol. III

GUTIÉRREZ, Francisco. José María Vargas Vila: entre el fango y las violetas. En: Vida y obra de colombianos célebres. Ed. Forja. Bogotá (Colombia), 1985

JARAMILLO URIBE, Jaime. Antología del pensamiento político colombiano. Ed. Banco de la República, Biblioteca Luis Ángel Arango. Bogotá (Colombia), 1970. Dos volúmenes

NEVINS, Allan y COMMAGER, Henry Steele. Breve historia de los Estados Unidos: Biografía de un pueblo libre. Ed. Cía. General de Ediciones. México, 1953

NÚÑEZ SEGURA, José Antonio. Literatura Colombiana: Sinopsis y comentarios de autores representativos. Ed. Bedout (Medellín), 1962

O´SULLIVAN, John. Diego. Artículo de prensa publicado en la revista: Democratic Review. New York (USA), 1845

PATTEE, Ricardo. La República Dominicana. Ed. Cultura Hispánica. Madrid (España), 1967.

RUANO, José María (Pbro.). Lecciones de literatura preceptiva. Ed. Librería Voluntad S.S. Bogotá (Colombia), 1942

RUANO, José María (Pbro.). Resumen Histórico – Crítico de la Literatura Colombiana. Ed. Pax. Bogotá, 1945. VALENCIA JARAMILLO, Jorge. Vargas Vila no descansa en paz. Artículo publicado en: EL ESPECTADOR, 24 de julio de 2010. Sección Cultura

VARGAS VILA, José María. Ante los bárbaros: Los Estados Unidos y la guerra. El yanqui: he ahí el enemigo. Ed. La Oveja Negra. Bogotá (Colombia), 1985

VARGAS VILA, José María. Aura o las violetas / Emma/ Lo irreparable/ Flor de fango/ Ed. Círculo de Lectores. Bogotá (Colombia), 1984

VARGAS VILA, José María. Ibis. Ed. Bouret. Paris (Francia), 1947

VARGAS VILA, José María. La ubre de la loba. Ed. Medina Henos. S.A. México, 1970

VIVERO, León de; CÁRDENAS, Carlos Alberto; GARCÍA PONS, César; RIVAS ACOSTA, Santiago, MARSHALL, George F. y PIESCHACÓN, José María. 20.000 biografías breves: Diccionario biográfico universal. Ed. Libros de América Inc. Hanover (USA), 1950. (ca.)