MELANCOLÍA DEL DESEO
I
Te extraño mi bien, te extraño
Extraño tu dulce mirar, tu sonreír como la suave brisa del
verano
El suave aletear de tus dedos esparcidos en mi piel
Donde dibujaban corazones a la manera de un tierno abanico
de pinceles
Sobre el lienzo palpitante de la vida misma…
Extraño la suave cascada de tus palabras de miel
Derrochadas en al aire común que respirábamos
Como el éter que nos insufla el hálito de la existencia
Y traza el rumbo de nuestros derroteros en la vida
Hacia el sol crepuscular en la línea del horizonte ilímite…
II
Te extraño mi bien, te extraño
Extraño tu cuerpo menudo y frágil como un cervatillo
Que se escurre dócil entre mis sábanas,
A hurtadillas entre el olor a tierna mansedumbre
Sin más vestido que la mansa piel de tu naturaleza indómita
y salvaje,
Con la respiración atropellada del deseo y la entrega sin
reservas,
Como la cristalina gota de miel que se estila
Entre el cáliz nacarado de una perfumada florúncula
En un avejentado jardín de antaño,
Y entonces eras mía, te hacías mía y yo era tuyo…
Unión que palpitaba en el volcán ardoroso de la lava
incandescente
Amor que fundía sin reservas la más reticente aspereza,
Fuego en el fuego, fusión de cuerpos en un solo cuerpo,
Explosión de calores renovados y de labios desaforados
Que buscaban entre locos transportes y arrebatos
Aprehender la esencia última del otro
III
Te extraño mi bien, te extraño…
Extraño tu respiración desbocada entre los ardores
Del oro incandescente que se liberaba del crisol
Y dejaba en mi piel la estela humedecida de tu lengua de
fuego;
Entonces tus manos me buscaban, me acariciaban sin
reservas,
Me aprisionaban casi, en un esténtor desgarrador
Que llegaba al límite mismo del dolor y la furia,
De la pasión que desdibujaba la ternura
En un rictus avasallador de posesión frenética y salvaje;
Con la fuerza liberada de un huracán en plena actividad
Con profusión de fuerzas arremolinadas
Que no de brisas convulsionadas,
Sino de perfumadas emanaciones corporales
Y brazos entrelazados en apretada urdimbre de tensión y
deseo
IV
Te extraño mi bien, te extraño…
Hoy aquí solo y ayuno de ti
Mi cuerpo todo se resiente de tu cuerpo ausente
La luz de la alborada apenas calienta mi piel desnuda que
añora su contraparte
El gélido viento del norte golpea mis costillas al aire
inclemente
Entre unas sábanas que intentan arroparme sin mayor éxito
Y el vaho inasible de tu boca nacarada creo adivinarlo
Entre las evoluciones del pabilo de una esperma
Que insiste en espantar la penumbra de mi habitación de
obrero
Al tiempo que consume lo que queda de su sebácea existencia;
Tus melódicas palabras de miel creo escucharlas
Entre el ruidajo vocinglero de un viejo radio de pilas
Adosado a la pared con la peregrina misión de espantar un
poco el tedio
¡Oh, cuán insoportable es la vida si ti, mi bien!
Vida que se consume en la ausencia de quien se ama
De quien es parte consubstancial de sí mismo
En el alma del alma y el cuerpo del cuerpo
¡Yo difuminado en el otro yo alejado!
AUTOR:
NABONAZAR COGOLLO AYALA
Madrid
– Cundinamarca
Colombia
Enero
6 de 2019