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Escritor, investigador y humanista colombiano, con estudios en filosofía. Fomentador de los cánones clásicos de la poesía española e hispanoamericana, en un sano marco de patriotismo colombiano y latinoamericano.

domingo, 25 de agosto de 2024

HOMENAJE AL MAESTRO MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA (oda)

HOMENAJE AL MAESTRO MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA

(oda)

Por: Nabonazar Cogollo Ayala

-I-

Manuel Avendaño fue el genio del piano,

El niño prodigio que al mundo asombró…

Un hombre menudo de ser soberano

Que en teclas sonoras laurel conquistó.

 

Nació en el hogar de Don Pedro Avendaño

Y de Guillermina, de sexto nació.

Perdió la visión por insólito daño

Empero la luz en su ser floreció.

 

Nació en Sogamoso, ciudad del acero

Y el sol, que deslumbra con limpio fulgor.

Las letras primeras cursó con esmero

En la capital que acunara su amor.

 

El más pequeñito en el noble colegio

Era Manuelito, su ser cautivó;

A los compañeros con límpido arpegio

De  prístinas risas que a todos les dio.

 

Un día al colegio llegó un visitante

Un gran personaje de lustre y valor.

¡Era el presidente! Con serio semblante

Manuel le dedica el discurso de honor.

 

Tocado en la fibra el sin par estadista

Lo abraza y lo besa con gran emoción…

¡Un millón de gracias! Le dice y palpita

El alma del niño de gran corazón.

 

Manuel va creciendo, su ser se desfoga,

El piano es su dicha, su gran ilusión.

En claustro jesuita se ciñe la toga

Del gran bachiller que se lanza a la acción.

 

Ingresa muy joven al Conservatorio

Donde su talento brilla como el sol.

Estudia abnegado, se ve su escritorio

Repleto de apuntes cual oro en crisol.

-II-

Manuel es modelo de estudio y sapiencia

Y todos lo imitan en la Facultad.

Sus dedos de oro muestran suficiencia

Tocando sonatas y fugas de Bach.

 

El joven estudia algo más de seis años

Y sale a luchar en la dura ciudad.

Toca en matrimonios, toca en cumpleaños

Se labra una fama ganada en verdad.

 

Un día Cupido llegó a su ventana

Y rosas galanas dejó en el portal…

Una chica hermosa cual fiel porcelana

Cautiva a Manuel en el limpio rosal.

 

Manuel y Teresa se casan, la vida

Da un giro en ascenso hacia la inmensidad…

Nacen cuatro niños, la unión bendecida

Da frutos radiantes de fe en mocedad.

 

Fue Martha primera, cual sueño adorado

Que alegra a la joven pareja ideal.

Y Fabio el segundo, llegó señalado

Como el estudioso de luz eternal.

 

Y Cristian Andrés, fue el amor de sus ojos,

Gracioso cariño de afecto filial…

Más Alba Mireya le adora de hinojos

¡Es rosa más dulce que un rico panal!

 

Manuel compra casa y adquiere ese piano

Que añora de joven, como un ideal…

Un piano alemán que al sonar en su mano

¡Resuena imponente con voz inmortal!

 

Ya tiene renombre en Colombia el pianista,

También organista y creador musical.

Manuel Avendaño la altura conquista

Con su arte armonioso de son celestial.

-III-

Los años pasaron los hijos crecieron

Manuel se hizo grande en la fama también…

La unión amorosa que ayer decidieron

Manuel y Teresa, dio fin con gran bien.

 

Y el gran organista siguió su destino

Ganando laureles, cumpliendo el deber…

El sabio maestro fundó con gran tino

Aquella coral de renombre doquier.

 

En su madurez conoció Manuelito

Una chica dulce de suave querer.

Lucella Quintero, quien dio un pequeñito

De amar y dulzura, fue Diego Javier.

 

Los últimos años ochenta llegaban

A la casa grande de Santa Isabel…

Llegó un jovencito, su rostro bañaban

Grandes ilusiones de gloria y laurel.

 

Buscaba al maestro para que pusiera

En música el himno de un serio plantel.

Así se conocen quienes compusieran

Mil himnos de grado, colegio y vergel.

 

Llegados los años noventa el pianista

Le pide a este joven le ayude al hacer…

La Tesis que al sabio maestro permita

La licenciatura que aspira a obtener.

 

Así se conocen Manuel y el letrista

Con quien grandes obras surgen en tropel.

El Título llega y el sabio pianista

Logra un nuevo escaño cual alto escabel.

 

El noventa y siete trajo un desafío

Que juntos prometen con gloria vencer.

Hacer del Cesar un cantar hecho río,

Un canto que exprese esa tierra en su ser.

-IV-

El Himno al Cesar se escribió sin tardanza

Manuel le creó su melódica faz.

Se manda al concurso, donde la esperanza

Es grito de euforia y afán pertinaz.

 

Unánime dice el jurado en el texto

Del acta final: “Es el himno triunfal”…

Entre dieciséis, ganador sin pretexto

¡El sabio corona un laurel nacional!

 

La vida en sus vueltas dio un giro violento

Manuel viaja entonces a Valledupar.

Junto con el joven quien va muy contento

En pos de aquel triunfo, don Nabonazar.

 

Mauricio Pimiento es el gran mandatario

Quien da a los autores del Himno al Cesar…

El premio feliz cual honroso palmario

De amor a esa tierra de airoso cantar.

 

Así Manuelito pisó con grandeza

El mundo del triunfo con gloria inmortal.

Entró al historial del Cesar, la belleza

Del himno es corona de luz celestial.

 

Manuel se nos fue cual farol en la altura

Lleno de grandeza y virtud sin igual.

¡Dejó cinco hijos, su viva figura!

¡Dejó su legado de luz musical!

 

Su gran ascendiente jamás lo olvidamos

Tampoco esa obra de ser colosal.

Arreglos corales y un himno que amamos

Por ser de sus luces el hijo inmortal.

 

Más himnos doquiera de varios colegios,

Canciones y valses, sentir eternal…

¡Manuel recordamos, como sortilegios,

Tus muchas creaciones de acento marcial.

 -V-

Tus hijos te adoran, Manuel siempre amado

Y como abuelito fuiste sin igual…

Muy consentidor, el abuelo soñado

Por esos chicuelos de amor tan filial.

 

Con ellos cantabas rondas en el piano

También villancicos en la navidad.

Los niños miraban como de tus manos

Brotaban canciones con facilidad.

 

Jugabas con ellos como un pequeñuelo

Fuiste compañero de juego a la par.

Cantabas, reías, gritabas señuelos

Manuel esos nietos no te han de olvidar.

 

El padre creyente, católico nato

Que misas tocaba, muy tradicional…

Tú fuiste ese hombre de juicio sensato

Que siempre orientaba con fe hasta el final.

 

Tu piano en silencio repasa tu ausencia,

La estancia tus notas extraña a cual más.

Manuel, le pedimos a Dios dé clemencia

A tu alma consciente y te ofrezca su paz.

 

Tu obra se encuentra en tu archivo guardada

Colombia impaciente la anhela escuchar…

Tus hijos verán cómo desempolvada

Renace a la aurora cual sol tutelar.

 

Manuel Avendaño doquiera te encuentres

Imploro al gran Dios te dé paz celestial.

Y bañe tu rostro con luces de oriente,

Y ponga un lucero en tu ser colosal.

 

Jamás te olvidamos, tu nombre sonoro

Es límpida nota de gran majestad.

¡En el cielo hermoso tus manos de oro

Tocan el concierto de la eternidad!


Madrid (Cundinamarca)

Enero 11 de 2014

NOTICIA HISTÓRICA: Cualquier día del año de 1994, en alegre y amena tertulia con ese inolvidable amigo que fue el maestro MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA, comentábamos sobre aspectos varios: música, los vallenatos de Carlos Vives, himnos, etc. Y en esas sonó por la radio, allá en su casa del barrio Santa Isabel (Bogotá), la hermosa y sentida canción del maestro Rafael Escalona Martínez, titulada JAIME MOLINA, en la versión de Carlos Vives. Al calor del bello cantar vallenato yo le dije:

-Maestro, le propongo algo… Si yo me muero primero, usted me compone una marcha fúnebre, al mejor estilo de la Marcha de Gounod. Y si es usted quien se marcha primero, yo le escribo un sentido poema… ¿Le parece?

-¡Claro, don Nabonazar! Pero otra cosa… si usted se muere primero, me deja también su carro… ¡ja, ja, ja! Así sería siempre, eternamente recordado…

-Claro maestro, ja, ja, ja…

Los años pasaron y el inolvidable maestro Avendaño Castañeda se marchó a las regiones de la eternidad aquel 1° de abril del año 2009, a la edad de 75 años. ¡Qué duro era tener que cumplir aquella promesa, ofrecida al calor de una chistosa ocurrencia! Tardé años en reponerme y conseguir el necesario equilibrio emocional para poderlo acometer. Finalmente le escribí el poema prometido. Aquí está. Es una forma de hacerlo inmortal en las letras. Dios lo tenga en su santo reino hoy y siempre, inolvidable amigo y padrino de matrimonio. Amén. NCA

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